TITERES Y CUENTOS

9 mar 2010

Hola a todos,

si os interesa aprender a contar cuentos, este es el curso sobre esta actividad que voy a impartir en Murcia.

Será los días 27 y 28 de marzo de 2010.








Si pincháis sobre las imágenes, se expandirán. Ahí tenéis las bases de cómo participar.

Hasta pronto.
Carmen.

21 mar 2008

Después llegaron los títeres. . .
La memoria me sitúa por primera vez en la Glorieta, frente al Ayuntamiento de Murcia. Mi padre me llevó a ver los "cristobitas". Quedé hechizada para siempre bajo su influjo.
No recuerdo que el titiritero saliera a saludar tras la función, así que el teatrillo resultaba bastante misterioso y los muñecos cobraban vida mágicamente. La algarabía era importante cuando gritábamos para advertir al héroe de la trampa del villano. Y alcanzaba su punto más álgido cuando el malo, malísimo "cobraba" con jarabe de palo. El ruido de los golpes sonaba bien definido y tenía un efecto cómico y liberador en todos nosotros. Y no digamos cuando el malvado, a pesar de estar bien sobado, intentaba levantarse (y lo hacía una o dos veces más), porque recibía sin piedad, una somanta de palos adicional, como merecido castigo a su mal comportameinto. Disfrutábamos como auténticos enanos que éramos (¡qué fantástica experiencia catársica!).
Con el tiempo y siendo la hija mayor de la familia, acompañaba a mis hermanas, primos y primas a verlos en las fiestas de Murcia y con bastante disimulo tambien lo disfrutaba yo (¡es que era taaaan mayor para aquellas cosas de niños!). Podía observar a los más pequeños como mantenian la boca tan abierta como su atención.
Ahora soy yo la titiritera. Mi personaje favorito es el lobo (aunque también me va la bruja). Al final de la función acompaño al lobo a despedir a los niños y dejo que lo toquen. No me canso de ver en su cara la mzcla de miedo y valentía que este personaje les infunde.
¡Ah! Sigo yendo a ver todas las funciones de títeres que puedo y no soy capaz de quedarme callada cuando el traidor intenta capturar al héroe. Le aviso bien alto y, no, ya no me da ni pizca de vergüenza, ¡para algo bueno tiene que servir los años que cumplo!

3 ene 2007

Para empezar....

Me gustan los títeres y los cuentos.
Primero fueron los cuentos. Me gustan desde que recuerdo. El más antiguo que tengo registrado en mi memoria, Garbancito, me lo contó mi madre, mientras sobre la estufa de leña se cocinaba la cena. Recuerdo vívidamente el placer que para mi suponía escuchar algunas frases:
"-¡¡¡Garbancito!!! ¿Donde estás?

-¡Aquí, en la barriguita del buey, donde no llueve ni truena!"
Se las hacía repetir a mi madre una y otra vez, me cobijaba en su regazo, sentada sobre sus rodillas, con el calor de la estufa en mi rostro y el de ella en la espalda. Su olor, el del fuego y la cena. Mi mirada atenta a la suya. El sonido de su respiración, las palabras retumbando en su pecho, el crepitar de la leña, el repiqueteo de la olla. ¡Cuanto alimento para una niña!¡Que sentimiento de protección y seguridad!

Y así, bien refugiada en mi madre, contenía el aliento imaginandome al diminuto Garbancito perdido en aquella barriga oscura y estrecha. ¡Que miedo!.
Con impaciencia esperaba el final, necesitaba que pronto Garbancito fuera rescatado por su mamá y todos vivieran felices. Y sólo entonces, muy aliviada, tragaba saliva y demostraba mi alegria con una gran sonrisa.
No sé si quien me lee ha tenido la suerte de que su madre, padre o algún adulto cercano, le contara cuentos en su niñez. Los recuerdos son imborrables. No tanto de la historia en si, que es importante, sino de todas las sensaciones corporales y emocionales que trae asociadas. Y el vínculo que se establece con quien nos cuenta y con un determinado personaje de un determinado cuento, que a veces cambia cuando crecemos.
Te invito a reflexionar sobre estas preguntas: ¿cual es tu cuento favorito? ¿que recuerdos sensoriales tienes asociados? ¿con que personaje te identificaste más? ¿que te gustaba de él? ¿quien te los contaba? ¿que sentimientos te produce ahora recordar esos momentos?
Ahora soy yo la mamá. Y cuento cuentos a mi hijo. Pero de eso hablaré otro día.

Felices cuentos para todos.