TITERES Y CUENTOS

3 ene 2007

Para empezar....

Me gustan los títeres y los cuentos.
Primero fueron los cuentos. Me gustan desde que recuerdo. El más antiguo que tengo registrado en mi memoria, Garbancito, me lo contó mi madre, mientras sobre la estufa de leña se cocinaba la cena. Recuerdo vívidamente el placer que para mi suponía escuchar algunas frases:
"-¡¡¡Garbancito!!! ¿Donde estás?

-¡Aquí, en la barriguita del buey, donde no llueve ni truena!"
Se las hacía repetir a mi madre una y otra vez, me cobijaba en su regazo, sentada sobre sus rodillas, con el calor de la estufa en mi rostro y el de ella en la espalda. Su olor, el del fuego y la cena. Mi mirada atenta a la suya. El sonido de su respiración, las palabras retumbando en su pecho, el crepitar de la leña, el repiqueteo de la olla. ¡Cuanto alimento para una niña!¡Que sentimiento de protección y seguridad!

Y así, bien refugiada en mi madre, contenía el aliento imaginandome al diminuto Garbancito perdido en aquella barriga oscura y estrecha. ¡Que miedo!.
Con impaciencia esperaba el final, necesitaba que pronto Garbancito fuera rescatado por su mamá y todos vivieran felices. Y sólo entonces, muy aliviada, tragaba saliva y demostraba mi alegria con una gran sonrisa.
No sé si quien me lee ha tenido la suerte de que su madre, padre o algún adulto cercano, le contara cuentos en su niñez. Los recuerdos son imborrables. No tanto de la historia en si, que es importante, sino de todas las sensaciones corporales y emocionales que trae asociadas. Y el vínculo que se establece con quien nos cuenta y con un determinado personaje de un determinado cuento, que a veces cambia cuando crecemos.
Te invito a reflexionar sobre estas preguntas: ¿cual es tu cuento favorito? ¿que recuerdos sensoriales tienes asociados? ¿con que personaje te identificaste más? ¿que te gustaba de él? ¿quien te los contaba? ¿que sentimientos te produce ahora recordar esos momentos?
Ahora soy yo la mamá. Y cuento cuentos a mi hijo. Pero de eso hablaré otro día.

Felices cuentos para todos.